La Teoría del Bing Bang, es una comedia que gira alrededor de unos Nerd (Persona inteligente y estudiosa, abstraído y con escasa vida social), un grupo de amigos que, además del desarrollo de los guiones y sus historias de ficción, tiene la característica de algunas otras artes como el cine, el teatro o, en este caso la televisión, traspasar los límites y objetivos de la obra en sí, y dejar rastros de las culturas donde se desarrolla las historias contadas.
Este grupo, entre otras características, son fanáticos de los Comics, debiendo aclarar aquí que, fanáticos, (Cree tener la verdad, no cuestionada por nada o nadie, no razona y no admite discusión acerca de lo que cree, con independencia de los datos objetivos) es la manera restrictiva de sintetizar en una palabra acerca de todo lo que se puede escribir, académicamente, acerca de la irracionalidad. Nos será de utilidad próxima, aclarar que fanático es sinónimo de irracional y que, a menos de un diagnóstico de personalidad partida, los comportamientos irracionales no serían tabicables y serlo, en ocasiones si y, en otras, no. Dicho de otra manera; la formación académica, aun la mejor, no garantiza un comportamiento social racional, por ser ambos pertenecientes a diferentes áreas psicológicas y no siempre en coherencia. Por esto, los personajes como Sheldon y amigos, pueden ser a la vez, nerds de inteligencia superior en sus áreas académicas e irracionales, en lo social.
Como una biopsia cultural, un mensaje paralelo que deja Sheldon, Leonard y demás miembros del envío, es que, fanáticos como son de los comics y de la Comicon, para asistir, de no obtener el ticket por medio de la red, no es posible hacerlo. Para ello se reúnen y desde el minuto cero, todos cliquean al unísono y frenéticamente para entrar al sitio. Fracasado esto, solo queda la reventa como alternativa para obtener el deseado ticket, actividad legal en Estados Unidos. Este es un ejemplo entre muchos donde el arte en diferentes formas nos deja ejemplos. De este, extrapolado, indica que, a nadie se le ocurriría intentar entrar a un evento donde se requiera un ticket, saltando el molinete. Ni a la Comicon, el Superbowl, al Hard Rock, etc. Para un ciudadano estadounidense o norteuropeo, ingresar sin ticket a un evento pago es una defraudación al organizador, al fisco y, especialmente, a sí mismo; para parte de la argentinidad, es una travesura elogiable.
Esto explica el dispositivo de ingreso al estadio Hard Rock Stadium. Pasantes, en lugar de policías, cuya función principal era guiar a los asistentes hacia los ingresos y asientos. En el mundo civilizado no hay en las rutinas de convivencias, prever que los descendiente de Genserico, vándalos sudamericanizados, tendrían un comportamiento vergonzante. Con el agravante que, esas acciones, como saltar sobre los controles, intentar ingresar por los sistemas de ventilación, son acciones características que, de alguna forma son virtuosas. No es un misterio entender la tristísima fama que tenemos en el mundo civilizado. Fama, ahora certificada por el periodismo argentino, atribuyendo los desmanes a la falta de previsión y organización del evento. Nadie está preparado para socializar con los marcianos, así como en el mundo civilizado se está preparado para tratar con una horda de vándalos.
Hay culturas, como una gran parte de los argentinos, que confunden dos términos: Fanatismo y Pasión. Ya quedo demostrado que, fanatismo es sinónimo de irracional. Llamar Pasión a lo irracional, no solo es un error sino que, es además una cobertura para disfrazar la ausencia de lo racional y, poder impunemente, practicar el fanatismo: es decir, dejar aflorar y practicar lo peor de la naturaleza humana por parte de los peores de la sociedad en acciones bárbaras y, como nos hemos acostumbrado, impunes que no es lo peor. Lo verdadero y trágico es que se realizan con el aplauso, apoyo o, por lo menos indiferencia de la sociedad. Se puede destacar tres aunque no excluyente formas que son la violencia en el ámbito del futbol, la familiar sobre las mujeres y niños y, la política en el verbo y la practica social. Para evidenciar brutalmente que diferencia las separa, pasión fue la de Jesucristo, Mahatma Gandhi, Beethoven, Sor Juana Inés, Albert Schweitzer, Rene Favaloro, Manuel Belgrano, Ramón Carrillo, Margarita Barrientos, Sócrates, el cura Brochero, Edgar Alan Poe, el sargento Juan Bautista Cabral, el Perro Cisneros y,…un número enorme de sagradas pasiones de hombre y mujeres con un propósito elevado, superior: Levantarse cada madrugada y salir cada uno a hacer lo posible para construir un mundo mejor, en el cual seremos mejores.
Teniendo a la mano a Poe, este afirma: Las pasiones de los hombres deben ser tenidos en reverencia.
No tengo una segunda opción a acordar con Edgar Alan, acerca de lo cuasi sagrado de las pasiones verdaderas que, para serlo y reforzar la diferencia con los fanatismos irracionales, es un componente esencial, la ética y moralidad respecto del objeto de la Pasión. Podemos decir ahora que, una pasión sin ética y moralidad seria sospechosamente parecido a un fanatismo. Tampoco me queda opción que declarar: Me resulta definitivamente inaceptable que, un vándalo desbordado en una tribuna o tratando de ingresar sin entrada a un evento deportivo, arrojando piedras a comercios o personas, la sociedad se lo atribuya a una pasión; ya política, ya deportiva, ya en el tránsito o, en lo amoroso. El negro de mierda existe pero, no es por su color de piel o nivel de educación. Es un sociópata que puede ser rubio, acaudalado y un destacado profesional. Todos con un factor común: Necesitan esos lugares, situaciones y contextos donde evacuar las miserias que los ahogan. Los griegos le dieron nombre y propósito: Catarsis. Si fanático, irracional. Un espiritual negro de mierda que hace que se agrave a niveles indescriptibles, la ya difícil tarea de sobrevivir.
Ser fanático, no es una virtud. Es la carencia de raciocinio en el pensamiento y por tanto, en la acción. Aquellos que se autodefinen fanáticos; deportivos, religiosos, políticos o de cualquier otra índole, atribuyéndolo a una pasión y, por lo tanto encomiable, tienen una de estas dos posibilidades: es una ignorante o, practica el enmascaramiento de su irracionalidad y, como ya sabemos, la falta de racionalidad tiene efecto general en la conducta y es improbable la irracionalidad específica, alternando esta con el pensamiento o acción criterioso.
El acto irracional, repetido, evidencia la irracionalidad como personalidad.
pedro enrique borgoglio boetti
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