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Javier Gerardo Milei

pedroeborgoglio

Un Mesías Político, rodeado de Apóstoles Estúpidos, Tarados y Débiles Morales consecuencia de la contemporaneidad circunstancial entre los últimos políticos Homo Neanderthal Castanensis y el Homo Sapiens Libertarius.


En términos coloquiales, estúpido, tarado y/o débil moral, son utilizados como insultos para externar enojo o simplemente, descalificación. Pero, también pueden y, tal vez deberían servir como diagnostico social para evaluar con quien tratamos, entender más ajustadamente las acciones y actitudes y, evitar generarnos falsas expectativas.


El Estúpido.


Frente a un problema concreto, la reacción mental del hombre inteligente es dinámica: buscará el camino de la solución, a menudo a través de exploraciones, de asedios desde distintos flancos, de razonamientos abandonados en un punto y recomenzados en otro, hasta encontrar la salida. En latín, salida se dice exitus, que los ingleses tradujeron por exit. La inteligencia conduce al éxito. Ese mismo idioma, madre del nuestro, cuyo estudio hoy les parece superfluo a algunas autoridades universitarias, tiene un verbo, stupere, que significa quedarse quieto, inmóvil, paralizado y, en sentido traslaticio, mentalmente detenido como delante de un cartel que dijera stop. De ahí deriva la palabra estúpido: hombre que permanece entrampado por un problema sin atinar con la salida, aunque a veces adopte la agitación convulsa de una mariposa encandilada por una luz muy fuerte o los movimientos desesperados de un animal dentro de una jaula.





Si un Estúpido, según el criterio preanunciado, accede a la función pública, ya por elección o por designación, se subirá al tren del poder, verificará su espacio de dominio, sus privilegios y preguntará a su secretaria cómo es la rutina. Qué hay en la agenda ceremonial de sus actividades, a quien puede considerar y a quienes desconsiderar. De inmediato comenzará a pensar en qué cambios puede hacer para signar su gestión. En general, lo primero es cambiar la secretaria, mover los muebles, es decir,  atenderá todo aquello que le da marco escenográfico a su presencia en ese lugar que se merece haber recibido como acto de justicia y reconocimiento.


Por definición, es infrecuente que un estúpido tenga ideas propias e innovadoras. Lo habitual es que adhiera a ideas ajenas, simplificando en lo posible la idea recibida en cuanto a complejidad hasta reducirla a una consigna. Hecho lo cual, en poco tiempo, olvidará los fundamentos de la idea recibida, por lo tanto no podrá argumentar en la controversia y, quedará paralizado, estupefacto ante la primer divergencia y dará respuestas arbitrarias más acordes con su condición mental y psicológica, que las exigencias de su trabajo.


Jamás, en ninguna circunstancia, el estúpido evaluará el componente de accidente de su designación, ni se interrogará acerca de cuál es proyecto del cual forma parte y quá hacer para contribuir a él y no entorpecerlo con sus actos u omisiones. Jamás, aun sabiendo y pudiendo, arriesgará asomarse de su nueva zona de seguridad ya que, de cumplir a rajatabla la rutina de su despacho y adyacencias, llegará sin sobresalto al final de su mandato o periodo. En el mejor de los casos, tratará de obtener el reconocimiento por algún éxito táctico, pequeño que, además de irrelevante pone en riesgo el éxito estratégico del proyecto. El estúpido ignora la máxima que reza: “Mi estatura se mide por la estatura de mi enemigo”. Entonces, en coherencia con su estupidez, se involucra en litigios menores porque, incapaz de entender que debe proteger la estatura de su cargo y función por encima de la suya propia, desciende a la altura del contrincante que eligió,  lo eligió a él o, el adversario que la función le indica. Por ejemplo, asumir que, los desposeídos y víctimas del sistema como los planeros, son el enemigo del gobierno del que forma parte y no, las corporaciones, el Estado enorme y corrupto y, como consecuencia, la ausencia de libertad. Al estúpido no le interesa el éxito con mayúscula. No es su interés ganar, aunque sí es su deseo. Él se conforma con participar y, esa postura hace estragos en su equipo de trabajo. El estúpido no cree en la meritocracia y se lo trasmite a su personal. Es también el típico mediocre de José Ingenieros.


El Tarado.


El “peso bruto” es lo que pesa un producto o mercancía incluyendo el peso del contenedor o empaque. El “peso neto” es el peso de un producto o mercancía que no incluye el del contenedor o empaque. El “peso Tara” es aquel que mide el peso del contenedor o empaque sin incluir el del producto o mercancía. También la Tara alude, al peso del vehículo que transporta la carga. El peso del camión, medido, es la tara que, con más el peso de la carga útil, será controlado en la balanza pública para verificar la carga total que se transmite al suelo.


Por asociación del concepto, la Tara, es aquello que fue medido y no se puede cambiar, por ser conocido y utilizado para otros cálculos y menesteres. Aplicado a personas, una mujer u hombre Tarada o, que fue Tarada, implica que, ya se lo conoce y que, lo que se ve y evidencio hasta ahora, es eso todo. Un Tarado es lo que es, no puede dar sorpresas a quien lo conoce y, no es responsabilidad del tarado si es mal evaluado y se le asignan responsabilidades más allá de lo que dé él o ella, se conoce. No es responsabilidad del camión si fue cargado sin atender a su Tara.


Cuando una persona accede a un cargo público, el que se lo asigna, debe atender a si fue tarado y cuál es su Tara, su límite infranqueable. Según las leyes de Murphy otra forma de medir  un tarado es: Las personas suben y crecen hasta alcanzar su nivel específico de incompetencia.


Un tarado, responde automáticamente sin mediar pensamiento evaluatorio previo. Da respuesta al interrogante con palabras adocenadas, generalmente consignas que le fueron trasmitidas por sus referentes, escuchó en algún programa de televisión o leyó en la contratapa de un libro. Es impúdico en cuanto a principios y pretende estar regido por ellos. En realidad, es la representación de Groucho. Cuenta en su acervo con pocas palabras y no siempre las utiliza acertadamente. En ocasiones pretende expresar ideas de mayor envergadura a sus capacidades, asignando a las palabras significados inexactos, lo que hace más confuso el mensaje.


La Debilidad Moral.


La debilidad moral consiste en la falta de valor y empuje para superar nuestra propia limitación, para cumplir con lo debido y, con lo pactado; con lo que se espera de mí. Hay también un sentimiento de culpa por haber aceptado una responsabilidad que me supera en mis capacidades. Si actuamos mal intencionadamente, no es debilidad, es maliciosa.

El Débil Moral, en cuanto a funcionario, no necesariamente es Tarado y/o Estúpido. En realidad seria excepción si lo fuera. Esto, porque para serlo, debe tener la idea de realización de algo, estar decidido a hacerlo pero, su debilidad moral le impide hacerlo, en general por temor a las consecuencias si, sus palabras o acciones, no se verifican según lo adelanto y no le resulta soportable el fracaso.


Como consecuencia de lo expresado en el párrafo anterior, trataré de ejemplificar mediante una anécdota. El 23 de enero de 1968, el buque GER 2 “Pueblo” de la armada de Estados Unidos, equipado como recolector de inteligencia electrónica, fue capturado por una fuerza de tareas de Corea del Norte, Los tripulantes se rindieron sin luchar y no destruyeron el equipamiento electrónico, ni los archivos de a bordo, Luego de negociaciones, un año después fueron liberados y juzgados, en especial el comandante. El almirante que llevo adelante el sumario de investigación, ante la respuesta del comandante a la pregunta por qué no había resistido el ataque y destruido el equipamiento e información de a bordo, respondió “porque se enfrentaba a fuerzas superiores y no vio posibilidad de salir victorioso”. El almirante Hyland, ante esta respuesta escribió en el sumario, una línea de palabras a las que me es imposible agregar nada. Dijo y escribió ”Si resistir debiera incluir la garantía de ganar, otro habría sido la historia de los Estados Unidos”. No recuerdo que nadie haya esclarecido como el almirante Hyland, la idea y trascendencia de la debilidad moral.



                 Homo Neanderthal Castaniensis y el Homo Sapiens Libertarius.

 

Las evidencias arqueológicas y genéticas indican que la convivencia entre neandertales y sapiens comenzó hace al menos 100.000 años y se extendió hasta hace unos 40.000 años. Esto significa que ambas especies compartieron el mismo entorno durante aproximadamente 60.000 años, mucho más tiempo del esperado.


Si bien es asumida la relatividad de las fechas en dataciones, a estos efectos, esta característica carece de relevancia. Lo importante es que, dos diferentes especies Homo, convivieron durante miles de años en el mismo espacio y, según se ha comprobado, se relacionaron entre sí, dando descendencia, situación esta corroborada por exámenes genéticos. Si llamáramos experimentalmente Neardentalhis a los políticos o militantes que consideran al Estado su privado coto de caza y Homo Sapiens a los amantes de la libertad como bien supremo, veríamos que, por entendibles razones de gobernabilidad, los Homo Sapiens han debido aceptar como compañeros de una parte de la ruta a quienes harían y harán todo, por extinguirlos.

 

La carrera por la supervivencia de la especie fue coronada por el triunfo del Homo Sapiens y, los Homo Neanderthal, se extinguieron. Aun contra fáctico y careciendo de evidencias sólidas, lo contrario fue una posibilidad. Extraño y aterrador paralelo con nuestro posible destino político.

 

Javier Gerardo Milei no es un tarado. Lo sabemos porque rescata, milita y promueve viejas ideas de libertad; olvidadas u obligadas a la clandestinidad social, por los herederos en otra dimensión de aquellos Homo Neandertalhis extintos: Los Neandertalhis Castaniensis. También lo sabemos porque, hasta ahora, después de algo más de un par de años, ningún argentino pudo acabar de medirlo. Nadie sabe su Tara. Ni siquiera sabemos si tiene una aunque, si es humano debería tenerla.

 

Javier Gerardo Milei no es un Estúpido. Ante las dificultades, oposiciones y resistencia que encuentra respecto a sus ideas, no se paraliza. No queda inmóvil, estupefacto y desorientado como una mariposa en un frasco. Creativamente, da pelea. Ya en el terreno de la discusión terrena como en los supremos territorios de la profundidad y amplitud intelectual. Algunos estadios más.

 

Javier Gerardo Milei, no es un débil moral. A cada momento demuestra que todo lo que se propone, intentará obtenerlo o, dar el máximo testimonio de haberlo intentado hasta el límite de sus capacidades y, seguramente.

 

Pero, ¿habría un lugar en la historia para Cayo Julio Cesar o Napoleón Bonaparte por ejemplo, sin los Tito Labieno, Quinto Tulio Cicerón, Lucio Aurunculeyo Cota, como lugartenientes de Cesar o, Louis Alexandre Berthier, Jean Baptiste Bernardotte y Michel Ney de Napoleón? La historia siempre minimizó el rol de los lugartenientes hacedores de las ideas del Jefe.

 

Los hacedores que hoy me desvelan, los lugartenientes formales que la realidad  política le impuso a Milei, son los ministros y otros miembros de la mesa de sus apóstoles, excepto Victoria Villarroel.


Entre ellos, es posible detectar Tarados. Es decir incapaces de dar sorpresas o una idea innovadora y hacen una bandera de su Tara y la autodefinen “determinación”. Está algún Estúpido que se paraliza en cada contratiempo, demostrándolo fehacientemente, en la pregunta periodística. No faltan algunos Débiles Morales que enmascaran su condición declarándose “gradualistas”. Todos ellos, son un lastre temporalmente necesario y, necesariamente prescindible a la primera oportunidad.


Este párrafo aparte es porque el tema lo merece. La presencia de miembros de la Casta en las cercanías presidenciales. Aun Estúpidos, Tarados o Débiles Morales, agregan a sus capacidades camaleónicas para adaptarse a cualquier nueva situación, sin perder privilegios o, en el peor de los casos, permanecer. Además, harán los esfuerzos necesarios  para  convencer de su nuevo credo libertario. Apostaría a que ya están googleando a Adam Smith, John Locke, Karl Popper o Friedrich Hayek.

 

Es de esperar y así lo hago, que Javier Milei considere como yo, que es tan estratégico a su proyecto terminar con la inflación, como cuanto antes alejar de los círculos del poder de toma de decisiones a todo posible Judas. Y, no es condición un Judas confeso. Es suficiente que reúna las condiciones para serlo. 

 

pedro enrique borgoglio boetti

145 visualizaciones2 comentarios

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2 Comments


elomigo
Dec 30, 2023

Creo totalmente en la descripción de Pedrito acerca de los Estúpidos, Tarados y Débiles Morales y comparto en su totalidad las dos frases del final, cosa que las transcribo textualmente:

"Este párrafo aparte es porque el tema lo merece. La presencia de miembros de la Casta en las cercanías presidenciales. Aun Estúpidos, Tarados o Débiles Morales, agregan a sus capacidades camaleónicas para adaptarse a cualquier nueva situación, sin perder privilegios o, en el peor de los casos, permanecer. Además, harán los esfuerzos necesarios para convencer de su nuevo credo libertario. Apostaría a que ya están googleando a Adam Smith, John Locke, Karl Popper o Friedrich Hayek.

Es de esperar y así lo hago, que Javier Milei considere como yo, qu…

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albertolf1949
Dec 26, 2023

Clara descripción de una realidad lamentable eternizada en la política prevendaría esperemos se pueda cambiar y Milei no decaiga en sus convicciones y lo ayuden las fuerzas del cielo

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©2020 por Pedro Enrique Borgoglio

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